15.3.05

¿De qué tienen miedo?

Sobre diezmos, intermediarios y parasitismo en el mundillo de la música.

Son tiempos de cambio para el mundo del arte y de liberación para artistas de todas las clases. Este sentimiento de alivio es especialmente fuerte entre quienes hacen música. La tecnología y el cambio social que acarrea ha llevado a muchos músicos a pedir a gritos que les pirateen, mientras los que desde siempre han parasitado las obras de otros claman la bandera del pánico y la desesperación frente al “enemigo invisible”. A todos los que ganan dinero y poder sin hacer nada se les ha acabado el chollo. Tendrán que pensar en dejar la música o quizá el mundo del arte para dedicar sus tiempos muertos a chupar otras sangres, otras fuerzas, en otros sectores como el inmobiliario o la banca; cualquier cosa antes que buscar “un trabajo de verdad”. Hoy el mismo público se da cuenta de que no necesita a toda esa gente que tanto tiempo lleva salvaguardando la élite del estrellato, tan cimentada en la existencia de las músicas minoritarias que tan puntualmente pagan los recursos que ellos utilizan gratis. La gente descarga y comparte libremente la música que les gusta, sin rendir cuentas a ningún tercero que les cobre para sus misteriosos fines. Así, la relación entre los artistas vivos y su público es directa, el mensaje se distribuye con eficacia y rapidez, y por fin la gente empieza a valorar la música, independientemente de conceptos de imagen o estrellato. Como espectador puedes descargar música que te apetezca descubrir y solamente escuchando puedes juzgar la experiencia artística que pueda producirte o no. ¿No es maravilloso?

A los que se dedican a las distintas formas de parasitismo feroz en la industria musical, recomendamos con sinceridad aplastante e incidiendo en lo que más arriba se explica que consideren seriamente el cambio de sector, ya que la cultura se está liberando y ellos no pueden detener el proceso. Prácticamente toda la gente que hacemos música pedimos a gritos que nos pirateen, igual que quien lo hizo en su día, ya que los defensores de la élite no nos dejáis otra opción. Y realmente no pasa nada, nos gusta, es una política totalmente buena. Tal y como están las cosas, mejor será que os replanteéis vuestro futuro. Por nuestra parte, nosotros ya regimos el nuestro y las expectativas son muy prometedoras.

Las experiencias del nuevo mapa de la música se multiplican. El concepto de “derechos de autor” se ha derivado al “copyleft”, esquivando el canon parasitario de las sociedades gestoras y su evidente ánimo de lucro. Los espectáculos se celebran en casi cualquier espacio y las producciones se acometen de forma cada vez más organizada y responsable. Las salas de conciertos (las pocas que quedan) y la prensa especializada se dan cuenta de quién es la nueva protagonista en esta historia: la música, por encima de todo, y quienes la hacen.

En estos felices días de cambio, nos estamos librando de mucho lastre, de mucha gente que absorbe fuerza de trabajo y beneficios sin aportar nada. Hoy en la música sólo gana quien trabaja, quien de verdad aporta materiales o servicios. Por fin llegó nuestro momento para desmontar toda la estructura corrupta desde los pequeños circuitos hasta las grandes multinacionales. Pirateadnos, niñas y niños del planeta, queremos ser escuchados y lo estamos consiguiendo.

La Vaca Güano. marzo de 2005